No ha sido habitado por nadie que ostentara un título real, y sin embargo el de Egeskov es el prototipo de castillo de cuento de hadas. Esta espectacular construcción del siglo XVI se encuentra relativamente cerca de Odense, al sur de la isla de Fionia, y se considera el palacio renacentista con foso de agua mejor conservado de Europa.
Su silueta inexpugnable es muy fotogénica, y se ubica en un entorno espectacular lleno de jardines. Su visita se complementa con varias actividades que la convierten en una excursión muy completa de día entero, os lo aseguro.

Sus orígenes
Hay que remontarse a los vaivenes del siglo XVI para entender por qué nació Egeskov. En esa época, Dinamarca había sufrido una Guerra Civil (conocida como la Guerra del Conde, entre 1534 y 1536) y el país había adoptado la Reforma Protestante. En este ambiente de inestabilidad política, muchas familias nobles diseñaron o construyeron sus casas como fortalezas defensivas, para prevenir posibles ataques. Fue así como Frands Brockenhuus, su propietario, diseñó Egeskov y lo completó en 1554. Aunque su apariencia es la de un castillo de ilustración infantil, cuenta con pozos para el suministro de agua en caso de asedio, escaleras ocultas para poder huir tras las gruesas paredes de ladrillo, y saeteras para disparar flechas y arrojar líquidos hirviendo a un hipotético enemigo. Además, se asentó sobre pilotes de roble en el centro de un pequeño lago, con una profundidad máxima de 5 metros, y el único acceso era a través de un puente levadizo. Todo un fortín envuelto en leyenda, ya que dicen que debe su nombre (Egeskov significa ‘bosque de robles’) a que hizo falta talar un bosque entero de robles para construir sus cimientos.

Desde entonces han sido varias las familias nobles que han vivido entre sus muros, que han recibido visitas ilustres como la del famoso escritor Hans Christian Andersen (si quieres adentrarte en su vida puedes leer este post). En la actualidad la familia Laurvig- Bille es la propietaria y sigue residiendo allí, aunque algunas dependencias están abiertas al público entre abril y septiembre. Cuando yo lo visité coincidió que se celebraba un macrofestival de música en los jardines adyacentes, y por eso no pudimos acceder al interior del castillo. Nos quedamos con las ganas de ver las estancias con los muebles de época y, sobre todo, el Palacio de Titania, una casa de muñecas a gran escala con más de 3.000 elementos traídos de todo el mundo.
La belleza de Egeskov no radica sólo en el castillo, porque se sitúa en una enorme propiedad aderezada por otros encantos. Puede presumir de tener jardines que han recibido varios premios que los sitúan entre los mejores de Europa, y además tiene unos laberintos formados por setos con más de doscientos años. También cuenta con varios edificios que han sido remodelados y transformados en museos, y otros se dedican a la que hoy es una de sus principales fuentes de ingreso, la agricultura. De hecho, hay un invernadero a la entrada del parque donde se pueden adquirir gran parte de las semillas y cereales que produce.


Si te gustan los coches antiguos…
El antiguo granero del castillo se convirtió en 1967 en el Museo de coches clásicos, un centro de coches antiguos que es una maravilla. Hay más de 50 ejemplares de coches de época muy bien conservados, desde finales del siglo XIX hasta la década de los 80 del siglo XX, y también ocho modelos de aeroplanos y un helicóptero.
Los amantes del motor siguen de enhorabuena porque también hay otro museo de la motocicleta, con decenas de ejemplares que abarcan más de 80 años de la historia de este vehículo. Las dos ruedas también tienen su espacio en Egeskov, con otro pequeño museo que repasa su historia desde finales del siglo XIX. Otra de las dependencias del castillo se ha transformado en el Museo Falck, que cuenta la historia de la compañía insigne en los servicios de asistencia de emergencias en Dinamarca. Es muy interesante ver la exposición de camiones de bomberos y ambulancias de distintas épocas y los servicios que han prestado.


Un paseo por las alturas
Si los más pequeños se aburren en Egeskov es porque quieren, ya que hay una amplia oferta de actividades para todas las edades. Además de los parques infantiles y de una zona con unas divertidas colchonetas, pueden experimentar la sensación de ver todo a vista de pájaro. Hay unas pasarelas entre los árboles, con un recorrido de cien metros y seis plataformas para descansar y tener una buena vista desde las alturas.
También hay una zona con juegos de época, y si quieren probar su destreza hay varios laberintos para perderse y tener que agudizar el ingenio para encontrar la salida.


Para reponer fuerzas después de tanto tute se puede comer en el restaurante habilitado en un precioso edificio de época, o en un par de casetas con comida rápida. Y por supuesto, como ocurre con casi todos los lugares turísticos de Dinamarca, te puedes llevar tu propia comida. Las entradas al parque tienen dos modalidades, con y sin acceso al interior del castillo, y su precio aumenta en verano. En temporada alta, un ticket con acceso al castillo son unos 30 euros para un adulto y 20 para un niño.
Esta frase ya me la habéis leído, y no será la última vez: en este país nórdico las entradas de un día a los sitios turísticos no son baratas, pero os aseguro que será un dinero muy bien invertido. Si habéis ido al castillo de Egeskov o tenéis en mente hacerlo, contádmelo please…
¡Gracias por pasaros por aquí y feliz fin de semana!
Ya me apetece visitar este castillo… Tus explicaciones han abierto mi apetito viajero😊. Me parece una maravilla y eso sin haber entrado todavía… Desde luego para un día muy completo!!😍
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Sé que si vas, te va a encantar! Para un finde largo con parada en Odense es una buenísima opción…
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Me encanta ese castillo y me gusta la forma entusiasta con la que describes sus instalaciones. ¡Enhorabuena!
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Muchas gracias, entusiasmo tengo a raudales!
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